Las variedades de mandarina enana, adecuadas para el cultivo en apartamentos, están bastante bien adaptadas para resistir la sequía. Si la situación es crítica, la mandarina arrojará sus hojas, lo que ayuda a reducir la cantidad de líquido que necesita para sobrevivir.
Cuando se cultivan mandarinas en casa, el exceso de riego es el problema más común. El estancamiento del agua alrededor de la raíz puede provocar la pudrición y el desarrollo de una enfermedad fúngica en la planta.
La cantidad de agua necesaria para una planta en particular dependerá de varios factores. Estos son el tamaño de la mandarina, el tamaño de la maceta, la duración de las horas de luz y la iluminación.
Cuantas más hojas tiene una planta, más rápido se evapora la humedad. Una mandarina así necesita más agua que una planta con pocas hojas. También es necesario tener en cuenta la temperatura: cuanto más alta es, mayor es la tasa de evaporación. La cantidad de humedad evaporada está influenciada por la duración de las horas de luz.
Lo mejor es regar la mandarina en la primera mitad del día, es decir, en el momento en que la planta “despertó” y activó todos los procesos de la vida. Si la temperatura ha bajado, se debe reducir el riego. A una temperatura ambiente de unos quince grados, incluso se puede detener por un tiempo o regar con una cantidad mínima de agua, solo para mantener la vida.
Cuidar la mandarina en casa implica rociar regularmente las hojas. En el momento de la floración, la pulverización debe realizarse de tal forma que el agua no caiga sobre las flores.