El ajedrez es uno de los juegos de mesa más adictivos. Según la leyenda, su edad supera los 50 siglos. ¿Puede este juego proporcionar habilidades prácticas, desarrollar el pensamiento estratégico?
Estrategia de ajedrez
La jugabilidad en un juego de ajedrez se divide en tres partes importantes: apertura (comienzo), medio juego (medio) y final (final). Cada una de estas etapas el jugador determina por sí mismo (a ojo).
Se sabe que muchos grandes estrategas militares fueron excelentes jugadores de ajedrez. Por ejemplo, Suvorov fue un buen jugador desde la infancia, mientras que Napoleón era conocido como uno de los mejores ajedrecistas de la época (muchas de sus partidas han sobrevivido).
Convencionalmente, las habilidades necesarias para el juego se dividen en dos grandes grupos: táctica y estrategia. La táctica significa la capacidad de crear combinaciones: grupos de dos a cuatro movimientos, que conducen inmediatamente a resultados visibles (jaque mate o victoria, empate o ganar una pieza). La estrategia en el ajedrez, por otro lado, consiste en analizar las fortalezas y debilidades de uno, construyendo un plan para un largo tramo del juego. Incluye un arreglo de peones, fortaleciendo casillas clave y manteniendo las piezas necesarias para la victoria.
Aplicación de vida
La capacidad de pensar estratégicamente durante un largo período de tiempo se puede transferir con éxito a la vida real. Se sabe que las personas que elaboran planes en papel y listas de tareas pendientes tienen más probabilidades de tener éxito en los negocios que "seguir la corriente" sin planes realistas. Establecer metas, analizar las tareas más importantes y la capacidad de ver prospectos: todo esto puede brindarle un juego de ajedrez.
El pensamiento estratégico se desarrollará más rápido si juega con un reloj de ajedrez. Esto le dará otra habilidad esencial para la vida: el control del tiempo.
A partir de juegos exitosos, se puede obtener una comprensión de la necesidad de planificar acciones clave, desarrollar un plan general con pequeños ajustes "por el desagüe". No existe tal cosa como que todo en la vida salga según lo planeado. Los fracasos y los fracasos (que son inevitables) enseñan una actitud positiva hacia la vida, aprenden a aprender lecciones, corrigen errores.