A menudo, el autor, después de haber terminado el trabajo en una obra, se enfrenta a la necesidad de dirigirse al lector personalmente, decir una palabra de despedida o marcar algo antes de leer. Entonces nace un prefacio del texto, una parte especial, tanto relacionada con el manuscrito como excluida de él.
Instrucciones
Paso 1
No hagas del prefacio otro capítulo. La belleza de las primeras páginas es que no forman parte directamente del ensayo posterior. Por supuesto, es una tontería leer la introducción fuera del contexto de la obra, pero, sin embargo, siempre se conserva cierta independencia y separación. Trate de no hacer el prólogo demasiado grande; un tamaño aceptable es de una página y media a cinco páginas. Evite un análisis demasiado detallado del siguiente texto, porque para el lector será inútil.
Paso 2
Ser uno mismo. El prefacio es valioso precisamente porque permite comunicarse "personalmente" con el autor. En este contexto, la forma más agradable de escribir un prefacio sería "apelar" al lector. Intente sintonizar su trabajo, cuente las características del trabajo, enfatice qué tipo de reacción a la creatividad espera (por ejemplo, “trate lo que está escrito más lejos, no como una parodia, sino como una sátira malvada”).
Paso 3
Cuenta la historia de cómo se creó la pieza. El movimiento estándar en este caso sería agradecer a las personas que desempeñaron un papel en la escritura. Sin embargo, no abuse de las enumeraciones, serán completamente poco interesantes para aquellos que no están familiarizados personalmente con las personas especificadas (y, por lo tanto, para la mayor masa de lectores). Para evitarlo, puede utilizar la siguiente técnica: "El trabajo empezó gracias a …, sin él no habría llegado a todo el concepto", "Algunos capítulos y personajes se reescribieron por completo siguiendo los consejos … y realmente resultó mejor ". No solo dará crédito a las personas que lo merecen, sino que también le dará al lector una mirada entre bastidores al desarrollo y cambio del trabajo.
Paso 4
Haga que el prólogo forme parte del texto. El enfoque no es estándar, pero tiene un lugar para estar. Por ejemplo, Hermann Hesse, en su Juego de cuentas de cristal, introdujo el monólogo de un héroe lírico que describe "las razones para escribir el libro". Esta técnica le permitirá resaltar cierta parte del texto, que es necesaria para una comprensión completa, en un párrafo separado, otorgándole así una "posición especial".